viernes, 20 de abril de 2012

MARKETING BAMBA

Mucha “bulla” mediática ha generado la supuesta farsa del pulmón robado de la exposición “El Cuerpo Humano” durante los últimos días. Peruanos indignados y hasta el mismo Presidente se han pronunciado contra la empresaria acusada de esta práctica, reclamando incluso que le quiten la nacionalidad. Primero lo primero: la supuesta culpabilidad o inocencia de esta persona se tendrá que demostrar en los tribunales, por lo que nos abstendremos de opinar sobre un tema que ahora es judicial. Sin embargo, vale la pena comentarlo aquí ya que algunas de las personas airadas consideran que esta supuesta farsa es una técnica de “marketing”, tal como comentan algunos en la web de El Comercio: “Lo dije desde el inicio. Estrategia de marketing. Era obvio. No tenían gente” “Excelente estrategia publicitaria digna de los más favorables elogios, esto debería enseñarse en las universidades de Estambul como ejemplo de eficacia de marketing” Paremos el carro un momento… ¿esto es “marketing”? A ver, nosotros entendemos marketing como la correcta satisfacción de necesidades (como hambre, sed o entretenimiento) a través de la provisión de un producto o servicio (como una cena, una gaseosa o un espectáculo) de forma tal que se asegure la rentabilidad y sostenibilidad de la organización que lo practica. En cristiano: satisfacer correctamente al consumidor para generar ganancias y permitir que la empresa perdure en el tiempo. Entonces, ¿un engaño patente, como el supuestamente cometido en esta ocasión, es marketing? Pensemos en un ejemplo. Imaginemos que un “vivísimo” empresario, el señor Vivo Sánchez Concha (para abreviar desde ahora, el señor “S. Concha”) monta un engaño como el que se imputa a esta empresaria para aumentar las ventas de un espectáculo que él ha organizado. Imaginemos también que consigue aumentar temporalmente sus ventas, pero eventualmente, lo “ampayan” (porque la mentira tiene patas cortas). El “negocio” y su táctica de “marketing” se caen, pero imperturbable, S. Concha sencillamente se dedica a organizar otro evento, confiado en que su infinita sabiduría en “marketing” lo hagan tener éxito en otra aventura. ¿No nos vamos a enterar? Basta con que una persona sepa que el nuevo evento lo organiza S. Concha para que se arme una de aquellas. Los ahora indignados consumidores comentan en blogs, hacen grupos de repudio en Facebook, lo denuncian en foros de Internet, etc. Con la web, “pueblo chico, infierno grande” es una frase que se puede aplicar incluso a una metrópoli gigantesca como Lima. ¿Dónde está ahora su rentabilidad? ¿Sus esfuerzos empresariales son sostenibles en el tiempo? ¿Quién va a querer asistir a un evento en dónde S. Concha esté involucrado? ¿Qué empresarios van a querer asociarse a él, poniendo en riesgo su inversión y buen nombre? Entonces, ¿hizo “marketing” S. Concha? No. Si un verdadero marketero quisiera revertir un problema de ventas, ajustaría su estrategia (p.e. el público al que va dirigido) o su táctica (mejoraría su producto, ajustaría su precio, cambiaría su publicidad, etc.); no se improvisaría una patraña para atraer nuevos consumidores o visitantes. ¿Una mentira burda es marketing? Ni de cerca; pregúntele a los miles de empresarios peruanos honestos que hacen marketing “firme” y no del “bamba”. David Moromisato S.

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